Puente de Triana (foto: Pepe Garcia Resille) |
Llega
la luz, tuya, luz primordial
abierta
sobre esta herida de la memoria.
Mi
tiempo se vuelve inocente
con
el sólo roce de tu mirada, resignada ya,
extendida
sobre la culpa que no acaba.
Vuelvo
a la luz, al destino señalado
desde
la cuna, contemplo ahora
el
rostro viejo y cansado que tendré mañana.
Me
ayudas tú, con tu dulzura,
a
desafiar leyes no escritas o misterios
que
mi piel enseña al mundo
y
que a tientas me explican los sueños.
Llega
tu luz, tuya sí, tuya, limpia como ninguna,
tan
transparente que no cierra mis ojos
ni
doblega este ansia de apoderarme de tí,
de
tu luz, de tu corazón esquivo.
Mi
tiempo se vuelve inocente
y
le basta tu presencia, no pide más;
no
quiere otra cosa que ser tu sombra.
Atrás
quedaron las dudas atávicas,
el
miedo que se alojaba en la sangre,
y
aquella angustia que venía de la mano de tu ausencia.
Mi
tiempo es nuevo, inocente, sí;
y
lo es por ti, por el amor que me prometes
y
no me entregas...
Llega
tu luz junto con esta queja amarga
que
la espera desde el fondo de mi alma.
Sobre
ese fondo oscuro y perverso
te
alzas tú, definitiva, alta,
segura
desde tu deseo,
eterna
desde mi sueño.
Pepe
García Resille
Sevilla,
7 de mayo de 2015
me parece muy bueno este poema. y no soy elogiador fácil
ResponderEliminarBuenos días, amigo Raulo, y gracias por tu amabilidad.
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