Hoy, el dolor me alza la voz...
Nos miramos de frente, no tiene prisa,
tiene toda la noche por delante...
Yo no tengo fuerzas, pero no me rindo,
y espero paciente su próxima jugada...
¿Qué será hoy: mi corazón, un pie,
un codo quizá? ¿qué será hoy?, le
pregunto
pero no contesta, espera, espera,
espera.
Y cuando el cielo me protege y me
envuelve,
el dolor asoma guiado por el insomnio
y me recuerda quien manda ahora.
No tengo fuerzas, no tengo ni los ojos
abiertos
para contemplar tanta ruina: se acerca,
se deja sentir
sin prisas, reclamando todo el espacio,
toda la conciencia,
todo mi ser en pleno... como una ciudad
saqueada,
no quedan ni los cimientos...Es la
guerra,
es una batalla entre la carne, entre la
sangre,
entre todo lo que hay vivo dentro de
mí.
Todos están en la lucha...y yo, que no
sé donde me encuentro,
pues ya no tengo soporte alguno.
Pero no es cierto, me quedas tú,
tengo tu nombre escrito en todas las
paredes,
está tu imagen dibujada en el techo de
mi habitación...
Es el último cielo, la escala última
que me eleva
al día de mañana; tu nombre, tu
imagen, tu recuerdo,
me salvan del ataque salvaje de este
dolor que me consume....
Pero no me rindo, no sería de
caballeros,
sé que mañana con tu ayuda este
montón de nada
se alzará con chaqueta y corbata y
volverá al trabajo,
y reirá con los amigos, y tendrá (si
hay suerte)
un abrazo dulce que le calme este fuego
que le devora...
Esta noche, el dolor me chulea mientras
escarba con paciencia
en cada hueso, en cada célula, en cada
instante de la memoria.
Su misión, no es doler: su misión es
destruir.
En tiempos de la esperanza
Sevilla, mayo de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario