lunes, 15 de septiembre de 2014

El dolor me chulea

Hoy, el dolor me alza la voz...
Nos miramos de frente, no tiene prisa,
tiene toda la noche por delante...
Yo no tengo fuerzas, pero no me rindo,
y espero paciente su próxima jugada...
¿Qué será hoy: mi corazón, un pie,
un codo quizá? ¿qué será hoy?, le pregunto
pero no contesta, espera, espera, espera.
Y cuando el cielo me protege y me envuelve,
el dolor asoma guiado por el insomnio
y me recuerda quien manda ahora.
No tengo fuerzas, no tengo ni los ojos abiertos
para contemplar tanta ruina: se acerca, se deja sentir
sin prisas, reclamando todo el espacio, toda la conciencia,
todo mi ser en pleno... como una ciudad saqueada,
no quedan ni los cimientos...Es la guerra,
es una batalla entre la carne, entre la sangre,
entre todo lo que hay vivo dentro de mí.
Todos están en la lucha...y yo, que no sé donde me encuentro,
pues ya no tengo soporte alguno.
Pero no es cierto, me quedas tú,
tengo tu nombre escrito en todas las paredes,
está tu imagen dibujada en el techo de mi habitación...
Es el último cielo, la escala última que me eleva
al día de mañana; tu nombre, tu imagen, tu recuerdo,
me salvan del ataque salvaje de este dolor que me consume....
Pero no me rindo, no sería de caballeros,
sé que mañana con tu ayuda este montón de nada
se alzará con chaqueta y corbata y volverá al trabajo,
y reirá con los amigos, y tendrá (si hay suerte)
un abrazo dulce que le calme este fuego que le devora...
Esta noche, el dolor me chulea mientras escarba con paciencia
en cada hueso, en cada célula, en cada instante de la memoria.
Su misión, no es doler: su misión es destruir.


En tiempos de la esperanza
Sevilla, mayo de 2014

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