Contra el muro
La vida me ha puesto contra el muro,
A Janus Bröönco,
mi hermano
La vida me ha puesto contra el muro,
y no lejos ya se oyen los pasos del
pelotón.
Mi corazón lo sabe, y aunque mi
cabeza
tiene los ojos vendados, él ya sabe
cuantos son...
Sólo uno de ellos tiene mi vida en el
punto de mira,
sólo uno lleva mi muerte entre sus
dedos.
Pero él tampoco lo sabe.
Mi sentencia está escondida entre
ellos,
ninguno lo sabe; sólo uno puede
ejecutarla.
Nunca llegaré a conocerle,
pero si me abrieran la venda podría
decir:
“Es aquel”. Lo sabría porque mi
muerte brilla
en su cara, y me sonríe desde el
miedo.
La vida me ha puesto contra el muro
y no tengo los ojos vendados,
ya he identificado a mi verdugo:
“Es aquel” Lo sé. No hay más que
verlo.
Él no lo sabe, pero el deber de
verdugo
se va agitando en sus tripas...
Nos estamos mirando, ha visto mi dolor
y yo he visto su miedo.
No hay ningún reproche entre nosotros;
mi corazón sabe, contra el muro,
quien es el verdugo.
“Es aquel” Lo sé, conozco su
mirada enferma,
y esos dedos que manejan mi vida
se enredan ahora con el dolor,
con la angustia, con la tristeza
última.
Soy yo mi verdugo, en mis tripas
anida el mal que acabará conmigo. Lo
sé.
Yo soy el pelotón, el reo y el muro.
No tengo los ojos vendados.
En los tiempos de la ansiedad
Sevilla, 10 de abril de 2014
um texto carregado de emoção e bela construção. de pensar e chorar.
ResponderEliminarMuito obrigado, Rosana.
ResponderEliminarMucha emoción, mucho sentimiento hay ahí. Un abrazo, y como te dije, espero que en el próximo descarte, la vida te reparta una escalera de color y ganes la partida.
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