lunes, 15 de septiembre de 2014

Nada especial

No parecía nada especial la tarde, ni el aire
tenía este aliento que hoy me estremece,
nada especial la ternura del aire, ni la primavera se atrevía
a resolver secretos de alcoba.

Tan poco especial, tan nada fuera de lo normal
que me inventé unos besos tuyos
y unas caricias, y también algún susurro al oído que todavía conservo.

Veía la tarde tras la ventana, una cristalera inmensa
me regalaba el paisaje y la luz del campo. Todos podíamos verlo,
atados como estábamos, estoicos y dignos en nuestra guerra.

Una guerra larga, una guerra civil de la carne contra la carne,
la sangre contra la conciencia; el dolor frente a todo lo demás.
La tarde hacía más llevadera la lucha, el dolor aflojaba
y mi alma respondía con una sonrisa mínima,
mientras miraba de reojo el gotero incansable.

Serán dos años” — pensaba,
y recomponía el ánimo con los recuerdos más dulces
y las luces más tiernas de la memoria.
Tú aparecías fugaz, y traías calma a un cuerpo en guerra,
este cuerpo mío que se devoraba con tanta violencia.

Serán dos años” — pensaba— ,
y luego, luego “será lo que deba ser”.

Hospital de Castilleja
A 9 de marzo de 2012

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