NO quiero vivir, no.
No quiero vivir y la sangre se amontona
en mis ojos
y corre cuerpo abajo, ya nada la
detiene.
Y el corazón, asustado, avisa: “¿Qué
estás haciendo?”
No tengo respuesta, mi corazón es más
sabio
y si él no lo sabe, entonces tiene
razón
mi instinto más oscuro, y pongo sobre
la mesa
la última creencia: el beso de ayer,
y la promesa imposible de vernos
mañana.
Suena la música de Ahmed Kaya,
y mi corazón rueda por las calles de
Istambul.
No quiero vivir, no.
Siempre quise que mis cenizas
se fundieran con la aguas del Bósforo,
no será posible. No quiero vivir, no.
Calle abajo, hacia los muelles de
Eminönüm,
mi memoria se despide de su infancia.
Subo a Taksim por calles infames,
pero no es el momento...No quiero
vivir, no.
La ciudad no tiene pudor y se muestra
en carne viva. Conozco sus rincones.
Pero no quiero vivir, y así lo cuento
en los garitos más infames de Gálata,
y todos comprende mi despedida.
Vuelvo al hotel, y no quiero vivir,
no...
y vuelvo a casa con la maleta llena de
vacío,
este vacío me cuenta que lo que busco
no está tan lejos.
La luz del Bósforo cae hoy sobre
Sevilla,
y la misma despedida suena ahora
con su luz dorada: “no quiero vivir,
no...”
Tiempos difíciles y hospitales
Sevilla. abril 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario