Era
el agua que volvía de la tierra,
y
arrastraba recuerdos de épocas anteriores al tiempo;
Yo
estaba tendido a la orilla de aquel río inmóvil,
Ni
siquiera fluía la tarde… el mundo reposaba algo cansado,
El
calor situaba los pensamientos en el punto de ebullición.
Suspendido
en el aire el calor extenso me sudaba el alma,
Respiraba
muy despacio, con dolor en el pecho,
Y
sentía tu presencia, ya fuera de la memoria,
como
si fuera el fondo de mis ojos.
Pero
tú no estabas allí a mi lado,
No
estabas a punto de aparecer
ni
siquiera tenías ya forma, ni color,
Sólo
nombre.
Sólo
tu nombre quedaba de cuanto había amado
en
tardes como aquellas.
A
ti, a tu nombre solo, a tu recuerdo huérfano de imagen,
Te
dedico ahora este recuerdo.
Pepe
García Resille
poemas
rescatados
Sevilla,
30 de abril de 2015
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