Aquí está mi destrucción, es un
cálculo frio
y programado tejido desde el sueño,
desde la noche antigua hasta el
amanecer oscuro.
Te traigo mi destrucción: una copa
amarga
que no deberás beber, porque es el
mismo cuerpo
que tanto amó tu voluntad de vivir,
tu compasión, tu ser conmigo. Debo
hacerlo,
traigo mi desolación sin causa, sin
límite,
aquí ves la soledad hecha carne,
el dolor anidando en los huesos...
Esta destrucción es obra mia tan solo,
nada te roza, nada te culpa. Solo yo
soy capaz de este suicidio calculado,
minucioso y cobarde.
Aquí está el final previsto,
porque después sólo quedará el
olvido
aunque siga paseando por los parques,
y la gente me salude por la calle.
Yo, que tanto he vivido, preparo el fin
último
antes de que lo último sea morir.
No podría sufrir tu mirada clemente
ni quiero esperar como el guardian a la
aurora;
no puedo sin dignidad confiar al tiempo
el remedio.
Te lo debía, supongo, siendo tú mi
único sustento;
te lo temía y por eso lo pongo por
escrito.
Debía hacerlo, traigo mi desolación
y sus demonios. Aquí está mis
destrucción: un cálculo
equivocado pero correcto. Lo
comprenderás,
estoy seguro.
Pepe García Resille
Tiempos difíciles
Sevilla, 18 de junio de 2015
"como el guardian espera a la aurora", salmo 120.
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