martes, 16 de junio de 2015

Cómplices

Cómplices somos aunque no quiera
pero me obligan mis errores. Bastaron
dos silencios y un olvido, quizás;
me sentenciaron tus ojos,
y tus labios confirmaban
después el largo castigo que voy cumpliendo.
Un olvido se paga toda una vida,
dos silencios: la eternidad misma.
Y aquí me tienes, atado a ti,
cómplice sin fe, pero fiel a la pena impuesta.
Podría rebelarme, defender mi inocencia,
y poner distancias entre el frío veredicto
que me lees a diario
y este sueño mio largamente alimentado: vivir.
Pero somos cómplices aunque no quiero,
bastaron dos silencios y un olvido. Lo sé.
Me lo recuerdan tus manos en retirada,
las caricias que has tasado...
También tus labios juegan un equilibrio descarnado
entre el  mutismo hiriente y el  verbo envenenado.
¿Por qué sigo aquí?, me pregunto
mientras mi complicidad culpable
se burla de mi desconcierto.
¿Qué me une a ti, a tu venganza?
¿Por qué sigo este juego infamante?
¿Cuándo llegará tu clemencia?
Un olvido cuesta mucho tiempo;
dos silencios son la soledad completa.
Me hago preguntas vacías,
y procuro no responderme.
Toda respuesta sería una impostura.

Pepe García Resille
Mirando al futuro
Sevilla, 16 de junio de 2015

2 comentarios:

  1. Somos esclavos de nuestros actos...Y casi siempre llevamos la penitencia en nuestra propia culpa.
    Un placer leerte.
    Comparto encantada.
    Reme.

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    1. Qué alegría saber que alguien gusta de leer lo que uno escribre...Gracis, Siloe...

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