Enajenado: vivo en tu vida,
tu tiempo es el mio, tus dias me ocupan
y tu deseo es sangre que me lleva.
Ensimismado, instalado en tí,
en tu quehacer minucioso, en tus
palabras,
vivo en tus labios, vivo de ellos.
Me vieron tus ojos y no he vuelto
a habitar donde solía...
No estoy en mis costumbres,
no paseo con los amigos,
olvidé mis sueños... Sin vida
propia, sin deseos que no sean los
tuyos...
Pero estoy al fin junto a la puerta
que me abre de tí, la llamada
a la tarde que me espera, y me aleja
de un largo sueño. Maravilloso
despertar
hoy con el dolor de la mano,
tu voz en la memoria
y este amor nuestro que sólo pide
olvido.
tiempos nuevos
Sevilla, 22 de noviembre de 2014
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El amor, que nos mata y nos resucita
ResponderEliminarEfectivamente, el amor nos define y nos sustenta...
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