Mi culpa está aquí,
extendida ante tus dudas. Sopesala
con tu paciencia inacabable. Te espero.
Pero mírame a los ojos
mientras dure tu búsqueda.
Mi culpa: un olvido mio,
varias caricias menos,
una voz más alta que otra,
noches que el trabajo no justifica,
varias citas que no te explicas...
Te cuesta creerme y lo comprendo,
por eso estoy aquí expuesto a tu
silencio.
No vuelvo de la culpa.
Aquí está mi palabra, mi abrazo al
aire,
aquí tienes la única verdad que me
sustenta.
Y te pregunto: ¿sabes tú de dónde
vengo?
¿Conoces tú mi dolor?
¿Te ha despertado alguna vez
esta súplica absurda que te llama cada
noche?
Dime, si vengo de la noche,
¿puedo esperar si no un abrazo,
al menos un silencio cómplice?
tiempos nuevos
Sevilla, 21 de noviembre de 2014
Encima nosotros mismos nos echamos la culpa ¿Cómo forma de auto inculparnos?
ResponderEliminarNo, justamente lo contrario...
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