martes, 19 de mayo de 2015

Era una cita

Las calles, cómplices, me sonríen,
me llevan, saben a dónde voy.
Hay una hora señalada en la piel de la noche,
desde ella me llamas al abrigo  de tus brazos.
Me envuelves con tu mirada primero,
luego son tus manos, y ahora
este beso tuyo es el punto de partida.
Vengo de la soledad, llego a tí
traído por el miedo y el deseo. Descubres
mi ansiedad y abres de par en par esta carne que te llama.
Acabamos de empezar un rito antiguo
uniendo la realidad y el deseo,
apurando la poca ternura que nos queda
para no caer de nuevo en el vacío que nos lleva.
Vengo de la soledad para encontrarme en tu boca,
en tu  abrazo calculado; para rendirme deshabitado ya
y entregarme sin cálculo ni pasión a esta farsa
que nos redime. Volveremos noche arriba
radiantes gracias a este amor de saldo;
me salvarás esta noche, y mi corazón te sonríe
mientras mis manos agradecen tanta entrega.
Acaricio este sueño que duerme sobre tu piel
mientras la mañana vigila desde hace rato
asomada a la rutina de nuestras vidas.
Volveremos calle arriba, cada uno a lo suyo;
la ciudad también ha despertado
y duermen ahora los instintos más oscuros de la gente.
También los mios, atados ya con el dogal
que anoche inventaron tus brazos.
Vuelvo a casa.


Pepe García Resille
Poema después de una cita
Sevilla, 19 de mayo de 2015

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