No parecía nada especial
No parecía nada especial la tarde,
ni el aire tenía este aliento que hoy me estremece;
nada especial la ternura del aire, ni la primavera se atrevía
a resolver secretos de alcoba.
Tan poco especial, tan nada fuera de lo normal
que me inventé unos besos tuyos
y unas caricias, y también
algún susurro al oído que todavía conservo.
Veía la tarde tras la ventana, una cristalera inmensa
me regalaba el paisaje y la luz del campo.
Todos podíamos verlo,
atados como estábamos,
estoicos y dignos en nuestra guerra.
Una guerra larga, una guerra civil de la carne contra la carne,
la sangre contra la conciencia; el dolor frente a todo lo demás.
La tarde hacía más llevadera la lucha, el dolor aflojaba
y mi alma respondía con una sonrisa mínima,
mientras miraba de reojo el gotero incansable.
“Serán dos años” , pensaba,
y recomponía el ánimo con los recuerdos más dulces
y las luces más tiernas de la memoria.
Tú aparecías fugaz, y traías calma a un cuerpo en guerra,
este cuerpo mío que se devoraba con tanta violencia.
“Serán dos años”, pensaba ,
y luego, luego “será lo que deba ser”.
pepegarciaresille@gmail.com
Más maera
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