CANTO IX
Cruzamos la alambrada,
duros espinos rasgaban mis manos...El
frio,
clavado en la carne y en el alma;
el miedo parecia volar sobre nuestras
sombras.
La noche, tierna aliada, no podía
ocultar nuestros cuerpos bajo los focos
del campo.
Algunos cayeron bajo el silbido
aterrador del fuego.
Otros escapamos, cruzamos las
alambradas.
Púas de acero, afiladas como el odio,
detenían nuestra marcha
como dientes feroces de la guerra.
Corríamos, corríamos como locos,
tropezando una y otra vez,
atrapados en aquel laberinto de
alambradas.
foto: ARG |
Ignorábamos que más allá
-había más
espinos,
que el campo no acababa nunca...
¡Toda la tierra era ese campo!
Nos detuvimos al amanecer
ante la última torreta de vigilancia.
Gruesos guardias custodiaban la puerta-
“Ahi fuera está el mundo”,
gritó uno de ellos. “De ese campo
-continuó-
no escapareís nunca”.
Pepe García Resille
Diario del Hospital
Triana, 17 de agosto de 2015.
Gran poema. Celan y Kafka en los versos amplios y sabios del maestro Resille.
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