CANTO VI
foto: ARG |
Sobre esta voz que ya nadie oye
vibra un tono menor, monocorde,
voz sin brillo que sólo repite tu
nombre.
Repetido como un mantra, sin rechistar,
monótono suena ya tu nombre en mis
labios.
Llegado a esto, es que ya no existes.
Antes era decir tu nombre y el mundo se
detenia a oirlo;
el aire asustado y complacido para su
vuelo
-para
llevarlo más lejos.
Decía yo tu nombre y la tarde se hacía
ascuas en el cielo
-para
darle más brillo.
Lo repetía despacio, y el espacio
unificado abría
un curso asintótico para llevarlo al
otro confín del Universo.
Era un mantra calculado y exacto,
calibrado en sus matices,
un secreto que sólo yo sabía
pronunciar
-como una forma de
pensamiento;
como la sílaba sagrada, como el nombre
del Eterno,
como el último nombre que nadie
conoce...
Así salía de mis labios este nombre
tuyo,
a la vez, tu ser y mi propia vida.
Pero ya no existes, porque no te
nombras,
no dejas que mi boca lo repita
en el rito mágico de llamarte. No
acudes
a mi voz, y llegado a esto es que ya no
existes.
Tampoco yo acabo de recordarlo.
Pepe García Resille
Diario del Hospital
Triana, 17 de agosto de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario