A plena luz del día,
la luz rueda sobre la memoria
y tú apareces alta,
por encima de mis posibilidades.
Se insinúa ya la tarde, es casi
invierno,
tiene el aire el mismo tacto de tu piel
cuando, distraida, te dejabas llevar
por la marea infame de mis manos.
No me pidas que me arrepienta,
no, no, mi tacto era rudo, casi
impertinente,
pero nunca rozó una queja
ni buscó otra cosa que esa alegría
que acompañaba tu despertar.
En esta tarde que se insinúa,
tú ocupas el centro de una felicidad
que te debo,
que me regalas y que no puedo
recompensar.
No tengo a estas horas
ni la pasión ni la vida necesarias.
Lo sé, compañera, lo sé.
No hay un reproche en tu boca,
ni una palabra saldrá de ella en este
encuentro
clandestino...Tampoco yo pretendo
demostrar nada, no podría.
Nos miramos, tus ojos hablan
y, sin decir nada, entiendo el mensaje.
poemas nuevos
Sevilla, 7 de octubre de 2014
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