Estoy en mi laberinto, con las manos
atadas
y la razón bajo sospecha. Recorro a
oscuras
pasillos interminables de la memoria,
ocultos deseos surgen a mi paso y
abren ilusiones
que me distraen y me equivocan el
camino.
Estoy en un laberinto tejido
pacientemente
con el dolor, el fracaso y recetas
mágicas de los médicos...
No podría clamar por la libertad del
paseo
al calor tibio de esta mañana de
invierno;
no sabría respirar otra cosa que este
rencor obstinado
que guardo para mí, que nadie sepa la
angustia que me corroe,
no salga de mi boca el reproche que
guardo para el mundo...
Estoy en mi laberinto, dañado; con el
dolor como linterna
a tientas vislumbro la salida,
la puerta que me llevará a la luz, y
sé que no está lejos.
Vivo en mi laberinto, callejones de
espejos del pasado,
falsas ilusiones como labios que ya no
me besan,
manos que dejaron fuera la caricia,
abrazos perdidos que daban calor a mis
noches en blanco.
Estoy en mi laberinto,
pero hasta la última célula de mi
cuerpo
tiene grabada en su ADN la ruta de
escape.
Todas conocen la salida, y me guían
oscuramente
pero con rumbo seguro. Escucho sus
voces,
sus lamentos y sus reproches por andar
tan despacio...
Seguiré su ruta antigua de
supervivencia
para salir de este laberinto de medias
verdades,
no quiero seguir perdido cuando el
mundo se abre
cada mañana en un milagro de
luz...Hacia ella voy.
pepegarciaresille@gmail.com
Sevilla, a 3 de enero de 2014
En los tiempos del dolor
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