Por la mañana me sentí fuerte,
lleno de energía. Canté en la ducha,
silbaba una vieja canción camino del
trabajo.
Una mañana espléndida: –era la
última.
Lo supe, y lo decidí, la noche
anterior
cuando me vi en el espejo del baño.
Joven aún, la tripa en su sitio,
las canas tardarían en aparecer,
me gustó mi dentadura,
me vi fuerte, sano y bien dispuesto.
Pero, quedaba poco tiempo.
Por eso la mañana era maravillosa,
porque no habría otra.
Salí del trabajo a mediodía
con la misma sonrisa,
con la misma canción en los labios:
“Me llamarán, nos llamarán a
todos.
...nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte”.
...nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte”.
El conductor no pudo hacer nada,
prácticamente me arrojé bajo las
ruedas.
“Ha muerto de alegría” –dijo el
forense,
mientras alguien comentaba :
“El cadáver tenía un bonita
sonrisa”.
Los versos entre comillas son de Blas
de Otero.
poemas rescatados
Sevilla
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