Tú no sabías vivir, perdido
como andabas entre libros y soledades.
Tú no estabas en este mundo
como todos los demás, tú habitabas en
la nada,
pisabas el suelo de las utopías más
simples,
no respirabas sino el aire de la
biblioteca.
Tú no conocías la calle, ni el
murmullo de la noche...
Poco sabía de ti, pero me pareció
suficiente,
no salías de tu entorno hermético
ni compartías complicidades con nadie,
ni la risa, ni la caricia descuidada...
Hablabas desde tu altura, con dulzura,
pero desde lo alto del mundo...
Mientras todos estábamos a tu lado,
tú meditabas aislado y superior
como si la marcha del mundo dependiera
de tí...
Pedante, un ser especial, dedicado a tí
mismo
sin más interés por nadie...
Sin embargo, descubrí que eras humano,
que sentías y palpitaba tu corazón
por razones elementales que a nadie
importaba.
Pero te vi una noche leyendo unos
poemas.
Y no pudiste disimular el dolor que
brillaba en tus ojos
al verme a tu lado...Desde aquel
momento
comenzó mi construcción de ti mismo,
mis manos, mi voz, mi piel operaban el
milagro.
Eras mi obra, moldeado por el deseo,
transformado con aquel amor nuestro,
Y ahora, eres un hombre nuevo,
como yo quería que fueras...
Escuchaba en silencio tu voz
al otro lado del teléfono.
Entonces, pregunté, ¿por que me
dejas?
poemas nuevos
Sevilla, 4 de octubre de 2014
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