“Ve a buscarla” me digo,
y el mar se amontona en mi puerta.
Es la marea alta del tiempo y su
cansancio;
es el oleaje inacabable de sus ojos
mirándome.
Y yo, atónito, asustado, me digo: “No
puedo”.
Ella me mira tranquila
como quien da un consejo imposible de
seguir.
Sabe que no echaré a correr
para ir en su busca, lo sabe, está
segura.
Es mujer y lo sabe. Me conoce y lo
sabe.
“Si la quieres, ve a buscarla”
–insisto.
El mar está a mi puerta;
el tiempo, ya líquido, lo empapa todo.
Los años se llenan de algas amarillas.
El mar me corta el paso.
Ella está al otro lado, segura, alta,
tranquila.
La veo a veces sobre un horizonte
escurridizo,
lejana, segura, tranquila.
A este lado del mar
mi naufragio es evidente.
poemas rescatados
Sevilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario