Mi vida no está garantizada
más allá de este beso tuyo
interminable y sucio.
La sangre, río que me destruye,
se agita y fluye, inflama la
conciencia que me queda.
Mi visión es roja, como este amor tuyo
y pasajero,
que creí tuyo y eterno. Rojo es el
nombre de tu amor,
como tus labios, tus labios y los mios
ahora estallan en llamaradas.
Nada está garantizado más allá de
esta hoguera,
ni siquiera tú misma, que la has
encendido.
Arderemos, sacrificio último que te
debo,
abrazo último que nos regalamos
hasta convertirnos en la nada,
esa nada sonriente que mañana brillará
radiante en tu boca y en mi hastío.
La sangre, sabia y rencorosa, tiene
memoria
larga y extensa de otros besos,
y se precipita a borbotones sobre tu
sexo y el mio,
inflama el placer y el olvido de mi
mismo,
de mi miseria cotidiana, de tu
paciencia,
y su calor llega a poner pálido tu
fingimiento.
Nuestras vidas no están garantizadas
cuando termine todo esto, los dos lo
sabemos,
no habremos muerto, no. Nos habremos
olvidado.
tiempos oscuros
Sevilla, 15 de octubre de 2014
Tu poema se convierte en trozo de vida, en relato de sufrimiento y pesar... yo vivo esa otra parte, la del acompañar, de la ver y mirar, y a veces miro tanto que desgasto con la mirada... Nadie, absolutamente nadie tiene su tiempo garantizado, solo hay que abrir los ojos cada día y agradecer los minutos que nos regalan, disfrutar del sol o de la lluvia, y apretar con fuerza la mano que se nos tiende.
ResponderEliminarUn abrazo...
Reme.
La moneda tiene siempre dos caras: una es mi dolor; la otra, el dolor de mi pareja, de mi familia, de mis amigos...En cualquier caso, tienes razón en que cada instante es un milagro, un regalo...Eso lo he aprendido en estos tres años que llevo luchando contra la enfermedad...
EliminarGracias, REME, cómo no agradecerte tus comentarios...no dejes de hacerlo, por favor...
Maestro arriba ese ánimo que es usted un "monstruo" que aún nos tiene que enseñar mucho, salud
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