Me olvidé de ti
tanto que ya no recuerdo por qué lo hice,
y ahora, al verte,
he puesto en pie mi memoria, tanto tiempo dormida,
para no olvidar
incluso tu nombre.
Pero es tarde, no lo
recuerdo. Por eso,
te he saludado
cordialmente, para disimular
y no ponerte otro
nombre que no sea el tuyo.
Hablas, ríes,
remueves un pasado para ti muy vivo,
mientras yo sigo sin
recordar quién eres.
Nos conocemos de
toda la vida,
me lo demuestras con
fecha, lugares, gentes, amigos comunes,
y, por fin, la clave
que me devuelve la memoria: tu nombre.
Ahora sí, ahora
eres ya algo que se agita entre mis recuerdos;
te has vuelto
presente aquí y en el tiempo que pasamos juntos.
Eres ya algo vivo.
Tu nombre se levanta
con grandes letras
en el cielo de esa memoria mía, tan desaliñada.
¿Cómo ha podido
ocurrir?
¿Cómo es posible
que haya olvidado hasta tu nombre?
Ahora que me lo
devuelves, aquellos años se vuelven transparentes;
andas de puntillas
sobre besos cumplidos,
apenas rozas abrazos
olvidados,
tu cuerpo descansa
sobre noches interminables…
Estoy recorriendo
ese espacio fantástico que tú llenaste de amor,
de risas y, también,
de pequeñas disputas y agrios reproches.
Quizá te olvidé
por eso: preferí olvidar unos años tan hermosos
a que acabaran
convertidos en un recuerdo amargo.
Perdóname por tanto
olvido,
pero me ha servido
para recuperarte ahora igual que entonces.
pepegarciaresille@gmail.com
poemas rescatados
Sevilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario