¡Dios mío, ¿qué puedo hacer?!
Me lo planteo, amigo mío,
Y una sombra recorre mi cabeza.
Desde lo profundo de los huesos y la sangre
Me llegan voces alarmantes.
Es la voz oscura de la carne
Apagada hace tiempo.
Me grita rabia.
Me recuerda tiempo perdido.
Me pide más tiempo,
-¡y no lo tengo!
pepegarciaresille@gmail.com
poemas recuperados
Sevilla
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