martes, 16 de septiembre de 2014

Y tú me dices

Y tú me dices que me expongo, que me vendo en la Red,
que mi corazón se airea en todos los tendederos del mundo,
que no me queda pudor al ventear el dolor
que, según tú, debería rumiar en mi rincón
oculto a la vista de todos. Vivir el cáncer que me devora
en silencio, a escondidas, como si fuera
una enfermedad vergonzosa...
Y tú me dices que te avergüenza ver mi dolor
convertido en basura cibernética,
pasto de la infamia que gobierna el mundo …
Y tú me dices que te duele
ver esta angustia que me hiela la sangre
corriendo por los mentideros informáticos,
que te asusta contemplar mi queja
llevada por la marea de la fibra óptica
de una esquina a otra de la nada...
Y tú me llenas los ojos de lágrimas
al decir que prostituyo mi integridad intelectual
en las aceras más oscuras de la Red.
Y tú dices que te duele contemplar
mi ruina a la vista del mundo...
Y yo te digo que sí, que tienes razón,
que me expongo, que me vendo en la Red,
que mi corazón pasea por ella vagabundo,
que no hay buzón de correos donde no haya dejado una nota:
“Necesito ayuda”.
Y yo te digo: ¿dónde estabas tú?
Y yo te digo: “sí, me expongo, me cuento,
cuento al mundo que el dolor me roe el alma,
que algunas mañanas no las cambio ni por la mayor gloria de dios,
que hay noches amargas como el olvido.
Como ese olvido tuyo
tan inexplicable como cierto.
Y tú me dices que no debí abrir mi corazón
a tanta gente, a tanta mirada insana...
Y yo te digo: mi corazón siempre fue una puerta abierta
a tu deseo, a tu mirada, a tu complicidad.
Y este corazón que tanto maltratas hoy
dice, sin permiso mio, que todavía te está esperando.

En tiempos de la esperanza
Sevilla, mayo de 2014

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