Estaría
buscando tu luz o tu duda
si
no fuera porque he perdido todos tus recuerdos.
Todos
no, me quedan dos: tu luz y tu duda.
Tu
luz, sí, imposible olvidarla, tan temprana todos los días;
con
tanta luz no podía perderme — yo, tan habituado al extravío.
Aún
así, el otro recuerdo tuyo —tu duda—
o
sería mejor decir: tus dudas. Sí, sobre mí, tus dudas...
No
acababas de verlo claro, tú tan segura siempre.
Tanto
como tu luz, tus dudas caían sobre mí.
Tu
claridad me inundaba el alma y sabía a inocencia,
a
infancia perdida. Abrías la puerta de mi alma con aquella luz
que
sin quererlo tú siquiera me regalabas cada día.
Por
otro lado, mientras mi corazón bailaba radiante bajo tu luz,
mi
cabeza cerraba puertas y ventanas. De ahí tus dudas.
Lo
comprendí tarde.
Hoy,
mi corazón dejó el salón de baile
mientras
mi cerebro vive a la interperie.
tiempos
de dudas
Sevilla,
31 de agosto de 2011
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