Esta palabra que ahora no pronuncio,
este nombre in péctore, será
el último compromiso de mi boca con el aire
(y contigo que ya lo sabes). Cuando
renuncie por fin
y rinda armas y utopías, será tu
nombre
la moneda que entregaré a Caronte en
la orilla de la noche interminable.
Con él viajaré prendido de mis labios
como el último beso –ya para siempre
eterno.
Será tu nombre, será tu nombre,
y nada podrá borrarlo ya de mis
cenizas.
Anidará entre mis huesos, crecerá
sobre el tiempo
y vencerá a la muerte y sus estragos
porque vivirá de la luz y de este
amor
que ahora te entrego a cuentas de ese
beso.
Palpitarán mis labios pronunciando tu
nombre
mientras mi corazón se eche a
descansar de tanto extravío.
Nada podrá entonces separarnos: ni los
autobuses repletos,
ni el tráfico ni los anuncios; tampoco
la lluvia
ni el verano despiadado; no podrán los
cines
ni los corrillos malintencionados, ni
los rencores antiguos,
nada se alzará entre tu nombre y mi
boca,
nada impedirá este beso que ahora sabe
a tu nombre.
Sí, será tu nombre – grabado
lentamente sobre mis labios--
la última palabra que yo pronuncie
mientras la eternidad me espera
a disfrutar de un beso interminable.
Sevilla, 16 de enero de 2014
En los tiempos del dolor
El dolor nos lleva al limite...pero solemos esquivar esa ultima bala y retomar el camino hacia la esperanza...que esa jamás te falte. Un abrazo. Recibe el mio
ResponderEliminarEl dolor me pone frente a mis demonios...pero por ahora estoy venciendo...Un abrazo grande.
Eliminar