lunes, 15 de septiembre de 2014

¡Qué torpe estuve!

¡Qué torpe estuve aquel día!
Lo recuerdo ahora junto a tu media sonrisa
que no me hacía daño, pero sí aumentaba mi desconcierto.
Estabas adorable, entretenida contigo misma,
y mis prisas ni rozaban tu piel.
“Ven” – me decías mientras me atabas a tu piel
con el nudo más fuerte y más suave. “Ven”,
y yo me rendí ante la marea alta de tu pecho.
¡Qué torpe estuve aquel día!
Yo manejaba minutos, y tú en cambio
¡tenías la eternidad en tus manos!
“Ven”, y nunca una orden fue mejor obedecida,
“Ven” – y me conducías a lugares desconocidos,
a roces fugaces que me quemaban el alma.
“Ven” – y aquella urgencia que me palpitaba,
como un chorro de amor incontrolado,
se sostenía en el aire dolorida y expectante.
Acudía a tu llamada, ya al filo de la inconsciencia;
y el mundo desapareció de pronto a una orden tuya:“Ahora”


pepegarciaresille@gmail.com
En Sevilla, en los tiempos de la incosciencia

No hay comentarios:

Publicar un comentario