Yo, hombre que te adora,
declaro ante quien me quiera oír:
“Aquí estoy, limpio de recuerdos,
nuevo como el día que te entregaré
mañana
si tú, atenta como vives a lo
altísimo, te fijas
en estos labios que dicen tu nombre.
Si a este corazón que me sustenta
llegara,
no tu voz, sino la mueca de tus labios
yo pondría mi vida al filo de tu
mañana.
Aquí estoy, libre de todo pasado,
atado sólo a tu sueño, sometido sólo
a tu deseo.
Podría vivir libre sin tí, pero no
quiero;
podría recorrer el mundo,
vivir en barrios oscuros,
alistarme en guerras perdidas y
olvidadas,
ahogarme en alcohol
o perderme en el santhara...
Incluso podría olvidarte, si esto no
fuera un imposible,
o recluirme en un barrio elegante con
esposa e hijos adorables...
Podría militar en un partido de éxito
y trepar y pisar cabezas de otros
descerebrados...
Pero no, no quiero. Este imbécil que
te quiere
quiere seguir amándote, y lo hará y
no podrás evitarlo.
Yo, este idiota que se entrega a una
pasión que le desborda,
declaro que no podría vivir sin tí.
Y esto es una declaración de amor en
toda regla,
no es la entrega de armas y voluntad,
no.
No es una rendición incondicional,
es una entrega libre y desinteresada
de mi voluntad, mi poco cerebro, mi
corazón,
mi piel, mis sueños...y también de
este fuego
que me quema la entrepierna –y que
tú has encendido.
Tuyo es todo esto. Haz lo que quieras,
que yo no puedo un día más sin
compartir
contigo este abrazo que debe durar toda
una vida...
Tiempos de amar
Sevilla, 26 de junio de 2014
Nota: el santhara es el holocausto
propio por inanición, según prácticas del Jainismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario