Hablamos del amor oscuro,
tenía el pasado en las manos.
En los ojos el aire de la Alameda
traía el recuerdo de la carne,
de los hombres en la esquina.
A veces, apuestos,
otras veces (las más) hombres
desheredados
de sí mismos, deseo primario y oscuro.
Me lo cuenta hoy, como tantas veces.
Te tiembla el pulso, querida,
“La morfina hace tiempo levantó el
aire
y corriendo por mis venas va conmigo
en esta celebración de la muerte”.
Háblame del amor oscuro, dime:
“Yo era bonita, la más del barrio”
Lo sé, no necesito fotos.
“Yo era guapa, y todavía conservo,
tú lo sabes...”
Lo sé, te veo, querida. Estoy aquí
preparando la dosis.
“Se amontonaban a mi puerta,
yo era la más guapa. Conocía el deseo
espeso
de los hombres, por eso acudían a mi
casa”.
En la Alameda, la tarde trae un aire
nuevo,
ella no lo sabe. Fue hermosa,
y quizá en algún momento también la
quise.
“En aquel infierno, tú fuiste mi
luz,
y mi verdugo”.
No, querida, yo te quería.
“En aquel infierno, a ti te amé
con todos los hombres que fueron a
casa,
todos tenían tu nombre”.
Lo sé, querida, aquí está tu dosis.
Descansa.
Nos conocimos en la Alameda
Sevilla, marzo de 2014
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