jueves, 25 de septiembre de 2014

Me vi solo, y sentí vergüenza

Me ví solo, y sentí vergüenza



Me ví solo, y sentí vergüenza;
Sentí tu abrazo distante, apenas perceptible,
Y la tristeza me recorrió por entero,
    De un extremo a otro, llenándome de un dolor espeso
                            -y oscuro.
Pensé en ti; te soñé toda la noche;
Te imaginé a mi lado; te supe lejos, inalcanzable.

Nuevamente, me sentí solo y tuve miedo;
Tuve el miedo del niño, el miedo del enfermo,
El miedo –en definitiva- de quien se sabe solo
            y no puede permitírselo.
Soñé contigo, me obsesionó tu ausencia,
Me colgué en tu recuerdo, te supe lejos.

Era tarde: estaba solo. Me escondí, por eso,
Entre los libros y los periódicos,  mientras el vino se evaporaba
                    -en mi cerebro.
Te llamé, te escribí cartas,
Te envié telegramas: sólo contestó tu ausencia.

Me quedé dormido y no soñé contigo.
No soñé esa noche.
Al despertar,  tú estabas –durmiendo- a mi lado.


pepegarciaresille@gmail.com
poemas rescatados
Sevilla

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