Me ví solo, y sentí vergüenza
Me ví solo, y sentí vergüenza;
Sentí tu abrazo distante, apenas perceptible,
Y la tristeza me recorrió por entero,
De un extremo a otro, llenándome de un dolor espeso
-y oscuro.
Pensé en ti; te soñé toda la noche;
Te imaginé a mi lado; te supe lejos, inalcanzable.
Nuevamente, me sentí solo y tuve miedo;
Tuve el miedo del niño, el miedo del enfermo,
El miedo –en definitiva- de quien se sabe solo
y no puede permitírselo.
Soñé contigo, me obsesionó tu ausencia,
Me colgué en tu recuerdo, te supe lejos.
Era tarde: estaba solo. Me escondí, por eso,
Entre los libros y los periódicos, mientras el vino se evaporaba
-en mi cerebro.
Te llamé, te escribí cartas,
Te envié telegramas: sólo contestó tu ausencia.
Me quedé dormido y no soñé contigo.
No soñé esa noche.
Al despertar, tú estabas –durmiendo- a mi lado.
pepegarciaresille@gmail.com
poemas rescatados
Sevilla
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