lunes, 15 de septiembre de 2014

Sobre la duda

Sobre la duda y por encima del dolor cierto,
tengo tus manos entre las mías
como dos verdades indiscutibles, interminables,
último refugio del miedo que atenaza mi conciencia.
En ti, en tus manos, puse la vana esperanza de no crecer nunca.
Siempre a la espera de ser adulto, siempre a un paso de mis años.
Pero tú no sabías del dolor que me habitaba,
y mi corazón te pedía a voces una caricia, un beso de tus dedos.
¡Cuántas veces tus manos doblaron mi voluntad
sólo con el tacto, sólo con la caricia!
Mi resistencia se vencía como hoja seca
y caía al suelo de gozo que me preparabas.
Allí, olvidado de mi mismo, ajeno
a las pulsiones de mi carne, entrabas tú,
tú y tus manos. No podía saber si me arañabas el alma
o era el placer puro de tu caricia
lo que me hundía lentamente en la inconsciencia.
No contaba el mundo, no importaban los relojes,
la calle había enmudecido, y los ojos vidriosos de la noche
nos acechaban sin pudor...¡Y qué! Allí estábamos tú y yo,
amándonos en la pura inocencia,
La última sombra me despertó sobre tu pecho,
por fin crecido, por fin despierto...no era
ya más el eterno niño que te seguiría pidiendo besos y refugio,
ahora te adoraba un hombre surgido de la nada,
de la noche, obra de tus manos, de tus caricias.
Aquí estoy, delante de ti, orgulloso de tu obra,
sabiendo que me has creado con tus manos.
Aquí estoy, a la espera de una orden tuya,
cualquiera que sea. Un gesto tuyo será suficiente.
¡No quiero ya nada más! ¡Mi corazón
no puede tener más de un dueño...y ya no es mío!

En el tiempo del dolor
Sevilla, a 5 de enero de 2014


No hay comentarios:

Publicar un comentario