Y
después serán tus manos
¡Qué
alegría tal vez!; sí, tal vez,
porque
si en ese preciso instante tu voz llega,
precisa
y clara, hasta este rincón donde malvivo,
significará
que aún no he muerto del todo.
Me
veré, de pronto, sobre mis pequeñas miserias cotidianas;
de
ellas desprendido por un instante, lo que dure tu llamada.
Será
tu voz
Y
después serán tus manos
lo
primero que sientan mis huesos,
cuando
el tiempo haya sembrado de certeza
estas
dudas mías -que tanto me desazonan. Así lo dije,
y
así ocurrió, casi imperceptiblemente; extendida
como
estaba la noche sobre tus párpados cerrados,
besé
con pudor tu sueño, casi con temor
a
que mis labios te trasmitieran la terrible pesadilla
de
mi insomnio -tan largamente madurado.
Y
después serán tus ojos
lo
primero que vean mis huesos,
calvos
ya, y limpios de esta carne que ahora te siente y te acaricia.
Serán
mis huesos
porque
también con ellos seguiré mirándote
y
anhelando tu caricia.
Y
después será tu recuerdo
lo
primero que mis cenizas encuentren para echar raíces.
Porque
allí, en estas cenizas mías
seguirá
vivo el recuerdo tuyo,
y
crecerá altísimo -como sólo la luz sabe hacerlo.
Sevilla, 5 de enero de 2005
pepegarciaresille@gmail.com
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