Vuelan,
como hijos de vientos cálidos,
Me
rodean como el aire de esta mañana de marzo,
llenan
mis pulmones, y susurran en mis oídos
palabras
maravillosas que sólo tú conoces.
Vivo entre
el calor de tu recuerdo
y
el frío contacto de tu ausencia; detienes tú
el
latido cotidiano de mi trabajo, de mi rutina,
y
me envuelves en este desconcierto que me ahoga.
Espérame
junto al día aquel que puso el azul más limpio
en
el fondo de tus ojos, aquel día
tú
pusiste tu voz más hermosa en este corazón que hoy, cansado ya de
tanto latir,
no
apuesta siquiera por tu regreso.
Sin embargo,
sé que volveré a verte, alta, feliz,
jugando
con la vida de amantes desesperados como yo,
pobres
infelices que creímos un día que alcanzaríamos uno sólo de tus
besos.
Pero tú
volabas ya por sueños muy altos,
y
nosotros, pobres mortales,
amantes enajenados, sólo podíamos pararnos a contemplarte: altísima,
distante
ya como la ilusión misma del abrazo,
imposible
como nuestro vano intento de retenerte.
Has vuelto,
por fin, al lugar mismo donde quedamos
nosotros, tus amantes mas fieles, tú, la más fugaz,
la
más hermosa mentira que creímos. Y, sin embargo, eres cierta, eres
carne y tiempo,
y
quizá por eso mismo te quiero más ahora.
pepegarciaresille@gmail.com
poemas rescatados
Sevilla
Ese momento esquivo a nuestros reclamos cuando más lo necesitamos...
ResponderEliminarque placer leerte Pepe.
Reme.