¡Se veía venir!
Se acercaron a verme hasta el
hospital,
nada que objetar, todo fue correcto.
No puse el grito en el cielo
y ellos no alzaron la voz
más de lo permitido en un lugar como
aquel.
“Estás en las últimas” ̶fue
su saludo.
No me conmovió tanta delicadeza
y pasamos al grano: “te queda poco”
fue el inicio de su oferta.
¿y qué más queréis? --les
pregunté,
haciéndome el ingenuo.
“Queremos tu alma, ya lo sabes”
No tuve tiempo para vomitar fuera de la
cama
y toda la mierda me cayó encima.
Ni se inmutaron.
Llegaron las enfermeras, solícitas
pero vendidas al orden establecido,
y me sedaron.
Desperté varias horas después
con una estampita sobre la mesilla
y una dirección web para hacer
mis oraciones
sin olvidar marcar la casilla
correspondiente
–si es que llegaba a hacer la
declaración de la renta--.
Así fue mi peor pesadilla en el
hospital..
Más maera
Sevilla, jueves santo de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario