y en el pulso de mi sangre. La Vida se
estremece,
y se refugia entre esta carne huérfana
que me da forma
y aquel esplendor de tu cuerpo
extendido sobre la noche, sobre el
deseo...
¡Cuánta vida, cuanto gozo entre tu
carne y la mia!
No puedo decir que la Vida me engañe,
no, no puedo. No podria, teniendo
presente
el beso último, la caricia última,
y aquel orgasmo último que me
regalaste...
Cómo olvidarlo...si aún me tiembla el
pulso
al recordarlo, compañera.
No, la Vida no me ha tratado mal,
Sí, lo sé, lo sabemos...
Pero no están ahí mis versos esta
noche,
no, no es ésta la canción que te
debo.
Mi deuda contigo es inmortal,
no tiene precio ni afán de ser
saldada.
Ya es de noche en todos los
hemisferios,
en mi casa también. La luz
nacida desde el fondo de mi ser
te reclama para decirte que soy feliz,
lo soy a pesar del mundo, del tiempo,
de la enfermedad y sus estragos...
Soy feliz y no es una paradoja,
es la feliz consecuencia de haberte
conocido.
poemas en carne viva
Sevilla, 29 de septiembre de 2014
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