No quedaba tiempo, era tarde,
se agotaban los últimos instantes,
y todavía seguía sentado junto a la
ventana...
Gente, lluvia, se encendían las luces
de la ciudad,
mi mundo se volvía más pequeño,
mi habitación se llenaba de rencores,
mientras el tiempo se escurría sobre
los cristales.
Sigue lloviendo, no te veo llegar por
la calle,
y sin embargo sigo esperando.
Me animo pensando que estás al llegar,
que me haré el dormido
(y te miraré a escondidas)
cuando me digas “amor mio, no volveré
nunca”.
poemas rescatados
Sevilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario