Tu espalda
Te despides con un beso, y me das la
espalda;
mientras te entregas al sueño, mis
dedos la recorren
con dulzura, casi temblando, no sea
que alejen de ti esa paz que tanto
necesitas.
Tu espalda es la negación del mundo,
tú descansas y sueñas, mientras yo
invento
razones para comprender este olvido que
me trae tu espalda.
Me niegas el abrazo, no puedo así
abandonarme al seguro contacto de tu
vientre,
ni puedo dormir en tu regazo como si
fuera un niño,
tu niño grande que ahora sólo quiere
tu calor.
Me das la espalda y es tanto mi
desconsuelo
que en silencio maldigo la hora primera
de nuestro primer abrazo...Pero no,
con dolerme, tu espalda no es todavía
el más alto muro que se ha de levantar
entre nosotros.
Duerme, duerme tranquila, y cuando
despiertes
mis dedos estarán todavía tejiendo
sobre tu espalda
todos los deseos que esta noche han
quedado
sólo en eso, puro deseo...
En los tiempos del dolor
Sevilla, 12 de diciembre de 2013
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