martes, 16 de septiembre de 2014

Todo salió mal

Todo salió mal.
Se conjuraron el tiempo y sus olvidos,
la rabia y sus miserias, la incomprensión
atada en corto al egoísmo, todo
parecía estar convocado aquella tarde.
¿cómo no vimos lo estúpido de aquella tarde,
cómo fuimos tan atolondrados?
Reproches, palabras que salían por la boca
traidas por un temor antiguo,
y una suerte de venganza mal disimulada,
nos hicieron cerrar la puerta
y, lo que era peor, cerrar para siempre
el paso a la ternura, al gesto amable,
a la caricia gratuita, al abrazo interminable...
Yo busqué luego el reencuentro,
rumié mi fracaso y borré para siempre
tu recuerdo, tu voz, tu risa...
Tu risa, amada mía, la risa que me regalabas
y me entregabas luego entre tus labios.
Tu risa, tu beso siempre cicatero
pero siempre bienvenido...Lo buscaba,
procuraba un descuido tuyo
para buscar en tu boca la vida que me faltaba,
y bebía en ella para aplacar la sed que me quemaba el alma;
volvía a tus labios, como quien busca el aire,
como si me faltara la sangre...y tu boca me salvaba,
me besabas y ya podía volver al mundo
seguro de que por un momento seguiría vivo.
Luego, aquella tarde, el mundo se volvió absurdo,
inexplicable, innecesario. ¿Para qué, si tú no habitabas mis días?
¿Para qué las calles y las gentes, los cines y los conciertos,
si tú ya no traías tu risa y tus labios hasta esta carne seca?
¿Cómo no vimos lo estúpido de aquella tarde?


Tiempos difíciles
Sevilla, 7 de junio de 2014

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