“El mundo se está disolviendo en la
nada,
en tu memoria de ayer mismo. No
sufras”,
me decías, mientras tu lengua hacía
estragos
en un cuerpo que se entregaba a la sola
presión de tus labios.
No quiero más, no puedo pedir más:
estás aquí, conmigo,
esta noche me pedirás lo que quieras,
me dirás que me quieres,
y tus voz sonará auténtica, será de
verdad...
y yo te creeré a ciegas. Te creeré a
ciegas.
“Te quiero” – son palabras
mágicas,
palabras que sólo tú conoces y dices,
y ahora me toca a mi. Yo soy hoy el
afortunado,
yo tengo tu voz grabada en este rincón
de la memoria
que sólo registra tu voz, tu deseo, tu
mirada,
el tacto de tus manos. Tengo un trozo
de cerebro
que sólo se ocupa de ti, el resto no
me obedece...
Decir que te quiero es indecente,
tampoco te pido que me escuches...
Pero a ti, ahí en esa altura en la que
habitas,
no te llegan las súplicas de los
mortales,
mi voz ni te roza siquiera...
No seas cruel conmigo, que te quiero
bien...
Acepto mi papel de esclavo, lo digo sin
tapujos,
acepto esta cadena que me ata a tu
deseo,
lo sé, lo sé...lo admito así, sin
contemplaciones.
Nadie podrá reprocharme este momento,
nadie puede condenar mi rendición...¡Al
carajo!
Hoy me entrego en cuerpo y armas, sin
condiciones,
sin palabras, a este deseo tuyo que me
llama.
No tengo vergüenza, lo sé. Lo mismo
da.
Si tú pones tu deseo, yo pongo mi
vida.
¡Quién no se ha entregado al deseo?
¿Quién no ha vendido su alma entre
las sábanas?
¿quién no ha ofrecido su corazón
a cambio de un “te quiero”?
Hoy tu sola voluntad decide
si mañana nos espera un buen café
y un beso que estoy dispuesto a
robarte.
El resto es cosa tuya...
Son tiempos buenos
Sevilla, a 30 de mayo de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario