Desnudo
Desnudo, expuesto al frío de tu
mirada,
¿ves esta carne que me duele?
Es el tiempo lo que ves, es esta piel
mía
– tantas veces estremecida bajo tus
dedos--
la que ahora siente tu caricia como un
recuerdo.
Tus manos me recorren, y donde
antes trazaban un escalofrío ahora
es sólo nostalgia lo que aflora a tu
contacto.
Tus manos están soñando sobre mi
espalda,
descansan sobre mi pecho,
tus manos están soñando entre mis
piernas...
Y yo las dejo ir, aunque ya no
las mueve el deseo, ni la violencia
que antes me arañaba hasta el alma.
Ahora es todo tiempo, puro
recorrer el tiempo y sus estragos.
Mírame, aquí estoy, desnudo
porque ya no tengo aquel orgullo
que salía al encuentro de tu abrazo.
Ahora, tiempo después de tu caricia,
sólo puedes ver un cuerpo que se rinde
y un deseo –el mío-- que no irá más
allá
del calor que quieras darme. Me harás
feliz
si me acaricias y no preguntas.
Creeré que somos como en otro tiempo,
y mi carne creerá en el milagro.
También mis huesos sentirán el calor
de tu abrazo,
y sonreirán, quedo, porque entre tus
brazos
se pierde este dolor oscuro
que ahora los está convirtiendo en
cenizas.
En los tiempos perdidos
Sevilla, 9 de abril de 2014
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