lunes, 15 de septiembre de 2014

En manos del tiempo

En manos del tiempo, mi vida pasa
por ser un continuo enfrentamiento
entre ayer y este ahora que me ata
a un mañana que ya imagino muerto.
Y no sólo la piel se arruga con los años,
también el corazón, y los huesos,
y la voz, y la memoria...
Todo se agota y envejece, salvo el deseo.
Ahí encuentro mi mejor yo,
a salvo del tiempo y sus miserias.
Vive fuera de los calendarios,
no atiende a enfermedades ni catástrofes,
no pierde su brillo ante el cansancio de los dias;
no agota su vigor ni su vigencia...
Ahí me defino, en él se perfila mi existencia
cada día más corta. El deseo me lleva,
somete mis dias al capricho de la voluntad.
Me hace creer que seré eterno,
y acabo creyendo en un futuro incalculable,
hecho de millones de goces,
sin esta herida abierta que cada dia me recuerda
la mirada torcida de un destino que se me escapa.
Esta herida que no cierra
está abierta como un tajo sobre mi voluntad de vivir,
y reclama de continuo un tributo en dolor
y en sangre que no podré pagar nunca.
Ni en todo el tiempo que me quede,
porque estoy en sus manos,
y aunque este mal que me roe hasta el alma
se alza triunfante sobre esta carne
y estos huesos que me construyen,
cada mañana el deseo me abre los ojos.
Me llena de luz y le devuelve la vida
a un corazón que parecía a punto de rendirse.
Bendito sea este deseo que me sostiene...


En los tiempos de la esperanza
Sevilla, 4 de julio de 2014


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