He perdido la cuenta, he perdido el
tiempo,
y cuando quiero hacer recuento
sólo encuentro tus ojos, tu mirada
limpia.
Parece que no es mucho, pero nada en el
mundo
vale la pena si tú no me acompañas
con esa mirada.
He perdido la cuenta, aunque sólo
había horas de dolor,
de dolor interminable. Un día tras
otro, una noche
tras otra sin más fin que aguantar
esta embestida
de mi propia carne, este ataque
formidable del dolor
alojado en cada hueso, en cada
instante...Y por encima de todo,
tú y tu mirada constante vigilando que
no cayera
en esta negación que hoy me
representa.
Es hoy, el último encuentro en los
hospitales,
en las salas limpias y silenciosas,
exquisitamente pulcras y pobladas de
seres como yo
en busca de ese remedio que a veces
sólo regalan los dioses a sus
elegidos.
Pero no es el caso, y me dirijo a mi
último encuentro
con el miedo latiendo en la sangre.
Es hoy, esta tarde, después de dos
años.
Una eficiente enfermera me dará la
bienvenida
y sonriente me invita a la última
sesión,
a un lote extenso de brebajes
que se mezclarán con mi sangre
como un veneno que me cura...
Es hoy, el último encuentro en los
hospitales
en las salas limpias y silenciosas. Y
allí
estarás tú, como siempre, con tu
mirada limpia
diciendo: “no es momento de
rendirse”.
Y yo te creo, y por eso acudo a este
último encuentro.
En el tiempo de la esperanza.
Sevilla, 19 de mayo de 2014
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