lunes, 15 de septiembre de 2014

Éramos de luz

Éramos de luz, éramos transparentes,
radiantes como sólo el amor
ilumina a los suyos.
Aquella luz obstinadamente azul
venía de tu mirada, punzante y fría,
con ella iluminaste la mañana
mientras me despertabas con un beso
que sabía a promesa. No podía el día
deslumbrar al mundo con una claridad
tan limpia como ésta que traían tus ojos.
Desperté a tu lado cuando otra luz
se amotinaba ya tras la ventana, impaciente
por presenciar nuestro abrazo.
Celoso, corrí a cerrarla, no quería testigos,
ni siquiera aquel tímido amanecer
debía contemplar nuestros cuerpos desnudos
sobre una inocencia nunca perdida del todo.
Me has hecho feliz esta noche, pensaba
contemplando tu cuerpo dormido
y radiante de puro gozo.
Había hablado la carne su lenguaje antiguo:
caricias minuciosas para el placer mutuo,
abrazos tenaces creaban la ilusión de eternidad.
Me has regalado la mejor noche
y ahora, sin darte cuenta, me estás ofreciendo
con tu cuerpo desnudo un despertar
que contemplo como si fuera el último.


pepegarciaresille@gmail.com
De vuelta a la vida
Sevilla, 4 de septiembre de 2014

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