Siento que mi corazón prepara una
escapada,
puede ser esta noche,
y me dejará indefenso ante el ataque
de tus ojos,
de tus manos, de esos labios que me
apuran
y beben en mi carne hasta el último de
mis deseos.
No quiere estar aquí, no quiere verte,
alega el daño que le has hecho
y dice que su herida sigue abierta.
Tu presencia le duele.
Y estoy indefenso ante el ataque de tu
deseo.
Tu presencia me duele, es una herida
que no cierra
porque caricias tuyas –que deberían
a curarme--
me queman el alma. y este cuerpo que te
espera
y te desea es ya casi una llama,
y se apagará pronto si tú no lo
remedias.
tiempos de esperanza
Sevilla, mayo de 2014
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